10 marzo 2009

Sobre unos poemas de don Jorge

El silencio no puede seguir siendo mi lenguaje, aunque siempre me acompañe; como tu sombra caminando por mi cuarto, como tu silueta tendida junto a mí, la luna llena te recuerda y me hace recordarte. Pero qué va, tu voz fue sólo el eco de unas flores. No estás aquí y afuera llueven gotas de tus besos, de labios mojados a mediados de febrero, de pupilas dilatadas como el timbre de tu voz.

Me despido de unos ángeles sin decir sus nombres. No los recuerdo y ya tuve suficiente de su ambrosía. De sus preguntas sin respuesta, de sus secretos imposibles de guardar. Un gesto puede rehacerlo todo, me han dicho y quiero creerles. Entonces juego a esperar tu rostro dibujarse en mi ventana, lejos de este lugar y de su tiempo. La niebla se congela en tus pupilas y vuelvo a encontrarte en una estación cuyo nombre no recuerdo. Decido no pronunciar las palabras que jamás se sucedieron. Decido regresar sobre mis pasos y contenerlas en silencio. Decido deshacer todo lo dicho y todo lo hecho. Decido desatar este nudo que siempre me conduce a ti y a nada.

Decido tu olvido.

2 comentarios:

Sol dijo...

Me encantó!! Precioso, Veler, precioso.

Un abrazo.

el véler dijo...

*)